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No quería que pasara este día sin aportar mi pequeño homenaje al espectacular Ludwig Mies van der Rohe, en el 126 aniversario de su nacimiento. Debido a mi condición de arquitecta,al pensar en Mies, lo asocio rápidamente al elegante Seagram Building, la casa Farnsworth, o el pabellón de Barcelona. Igualmente, a la famosa frase "menos es más", la Bauhaus, el sillón Barcelona o el Brno. Querer resumir la producción de Mies van der Rohe, y su aporte a la arquitectura y el diseño sin dejar nada en el tintero es realmente complicado. Además, hay información de sobra al respecto. Por eso mi homenaje se centrará en hablaros sobre una de sus obras más emblemáticas, rodeada de anécdotas y singularidades que reflejan, al fin y al cabo, sus convicciones y manera de trabajar.
Os quiero hablar del Seagram Building, una de mis obras de arquitectura favoritas. Nació entre 1954 y 1958, como sede de la Corporación Seagram. Por entonces era una de las mayores empresas de destilería del mundo, y quería, con este edificio, conmemorar el centenario de su fundación y poner su impronta en la ciudad de Nueva York. Mies, junto con la colaboración de Philip Johnson, dejó plasmada su idea del "menos es más", marcando un antes y un después en la construcción de edificios de oficinas. De 157 metros de altura, se modula mediante un esquema compositivo basado en la repetición de 3 por 5 cuadrados perfectos, delimitados por la estructura de acero y hormigón. Es un gran ejemplo de síntesis de las bases racionalistas en las que Mies se había formado.
Está situado en el centro Manhattan, donde el metro cuadrado tenía ya por entonces un precio desorbitado. Para sacar el máximo rendimiento al terreno, las nuevas construcciones tendían a ocupar el total de la parcela. Mies hizo aquí su primera jugada maestra: decidió "regalar" la mitad de la parcela a la ciudad, creando la plaza pública que da acceso al edificio. Vendió la idea a la destilería Seagram de la siguiente manera: "Al ceder este espacio a la ciudad, estáis poniendo de manifiesto vuestra propia solvencia". Lo que Mies realmente quería conseguir era crear un espacio de acceso que desahogara al edificio del peso de las construcciones colindantes y que aportaba perspectiva suficiente para poder contemplarlo en su totalidad. De hecho, al ser preguntado por el motivo de la plaza en una entrevista posterior a la construcción del edifico, éste contestó: "Para verlo. Si vas a Nueva York, realmente tienes que mirar las marquesinas para ver dónde estás. Ni siquiera puedes ver los edificios. Sólo los ves desde lejos".
En su desarrollo vertical, se estructura como una gran columna clásica. Podemos diferenciar el basamento (el vestíbulo de acceso), el fuste (las plantas centrales) y el capitel (las tres últimas plantas del edificio). Mies cuidó la homogeneidad de su obra hasta el último detalle. De ahí su también famosa frase "God is in details". Como vemos, el edificio Seagram tiene una gran superficie acristalada, que necesitaría de una enorme cantidad de persianas que los usuarios bajarían y subirían a su gusto. Para eliminar esta posible desorganización, Mies ideó un sistema de persianas limitado a 3 posiciones, junto con la adición de cristal tintado. De esta forma consigue una imagen exterior homogénea. Un prisma de cristal oscuro que remarca su verticalidad mediante la subestructura de perfiles en doble T de la fachada.
Puede que sea en estos perfiles donde se encuentre la mayor singularidad del edificio Seagram. Tras la finalización de proyecto y presentación a la Corporación Seagram, a la empresa le pareció que el coste definitivo del edificio era excesivamente barato para ser su representación en Nueva York. Mies solucionó esto haciendo que las hileras de perfiles de acero proyectadas en fachada, fueran construidas en bronce. El precio del proyecto se desorbitó, y la empresa Seagram quedó satisfecha. Como resultado, tenemos esta singular escultura de líneas depuradas en el centro de Nueva York, obra de uno de los arquitectos más influyentes de la historia.
Está situado en el centro Manhattan, donde el metro cuadrado tenía ya por entonces un precio desorbitado. Para sacar el máximo rendimiento al terreno, las nuevas construcciones tendían a ocupar el total de la parcela. Mies hizo aquí su primera jugada maestra: decidió "regalar" la mitad de la parcela a la ciudad, creando la plaza pública que da acceso al edificio. Vendió la idea a la destilería Seagram de la siguiente manera: "Al ceder este espacio a la ciudad, estáis poniendo de manifiesto vuestra propia solvencia". Lo que Mies realmente quería conseguir era crear un espacio de acceso que desahogara al edificio del peso de las construcciones colindantes y que aportaba perspectiva suficiente para poder contemplarlo en su totalidad. De hecho, al ser preguntado por el motivo de la plaza en una entrevista posterior a la construcción del edifico, éste contestó: "Para verlo. Si vas a Nueva York, realmente tienes que mirar las marquesinas para ver dónde estás. Ni siquiera puedes ver los edificios. Sólo los ves desde lejos".
Audrey Hepburn y George Peppard en la plaza del edificio Seagram. "Desayuno con Diamantes", 1961. |
En su desarrollo vertical, se estructura como una gran columna clásica. Podemos diferenciar el basamento (el vestíbulo de acceso), el fuste (las plantas centrales) y el capitel (las tres últimas plantas del edificio). Mies cuidó la homogeneidad de su obra hasta el último detalle. De ahí su también famosa frase "God is in details". Como vemos, el edificio Seagram tiene una gran superficie acristalada, que necesitaría de una enorme cantidad de persianas que los usuarios bajarían y subirían a su gusto. Para eliminar esta posible desorganización, Mies ideó un sistema de persianas limitado a 3 posiciones, junto con la adición de cristal tintado. De esta forma consigue una imagen exterior homogénea. Un prisma de cristal oscuro que remarca su verticalidad mediante la subestructura de perfiles en doble T de la fachada.
Seagram Building, en el 375 de Park Avenue. Nueva York. |
Puede que sea en estos perfiles donde se encuentre la mayor singularidad del edificio Seagram. Tras la finalización de proyecto y presentación a la Corporación Seagram, a la empresa le pareció que el coste definitivo del edificio era excesivamente barato para ser su representación en Nueva York. Mies solucionó esto haciendo que las hileras de perfiles de acero proyectadas en fachada, fueran construidas en bronce. El precio del proyecto se desorbitó, y la empresa Seagram quedó satisfecha. Como resultado, tenemos esta singular escultura de líneas depuradas en el centro de Nueva York, obra de uno de los arquitectos más influyentes de la historia.
Mies van der Rohe en la silla MR10, diseñada en colaboración con Lilly Reich. |
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