miércoles, 4 de abril de 2012

Cuando la arquitectura cogió de la mano al diseño

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Hace tiempo que quería escribir esta entrada y pensé que hoy era el día perfecto. La arquitectura del objeto cumple un mes, acumulando un total de 2200 visitas repartidas entre muchos países. Me siento tremendamente feliz al ver como se está cumpliendo el objetivo de crear un lugar de encuentro donde exponer mis inquietudes a la par que se crea un debate constructivo.  

Debido a una experiencia personal, hoy quería hablar sobre la relación entre el diseño y la arquitectura. Hace un par de meses leí un comentario en internet que decía que los arquitectos que diseñaban productos les estaban quitando las competencias a los diseñadores industriales. Eso me hizo reflexionar sobre la relación entre la arquitectura y el diseño. No hay más que coger un libro sobre mobiliario destacado del siglo XX, para comprobar que gran parte fue creado por arquitectos. El diseño y la arquitectura siempre han ido de la mano.

Los orígenes del diseño se remontan a la aparición de la producción mecanizada durante la Revolución Industrial. La concepción y planificación de los productos se diferenciaron dentro del proceso de fabricación, pero todavía estaban alejadas de cualquier base intelectual o teórica, ejerciendo un escaso impacto sobre la naturaleza del proceso industrial. El diseño moderno surgió gracias a los diseñadores reformistas del siglo XIX, en particular a William Morris, que intentó unir teoría y práctica mediante la fundación del movimiento Art & Crafts. La labor de William Morris no obtuvo resultados inmediatos a causa de los medios artesanales de producción que utilizaba, pero sus ideas reformistas ejercieron un impacto fundamental en el desarrollo de los movimientos posteriores como el Art Nouveau o, más tarde, el Movimiento Moderno

En el Art Nouveu (Modernismo en España o la Jugendstil alemana), las obras de arquitectura se empiezan a plantear como un todo. Cobra gran importancia las definición de los espacios integrando la solución detallada de todos los elementos que componen un edificio mediante la colaboración de arquitectos y artesanos. 

Casa Tassel de Victor Horta, Bruselas. 1892-1893.

Existe una anécdota que refleja bien este fenómeno. Como examen final de carrera, a Antoni Gaudí (máximo exponente del modernismo español) se le pidió que proyectara un cementerio. Él empezó dibujando las calesas que transportarían los féretros, debido a su convicción de que la obra de arquitectura era una conjunción de todos los elementos que afectaban a la percepción final del espacio. Esto incluye el mobiliario. De hecho Gaudí reflejó esto en su obra mediante la cuidada definición de los interiores de sus edificios y el diseño de los muebles. 

Interior de la Casa Batlló, Gaudí. 1904.

Banco Batlló, Gaudí. 1904.

El diseño moderno no se implantó hasta principios del siglo XX basándose en las ideas reformistas como la supremacía de la utilidad, la simplicidad, la responsabilidad moral de los diseñadores y la teoría de que el diseño podía y debía usarse como herramienta democrática para lograr un cambio social. Todo esto marcó el desarrollo del Movimiento Moderno. Fue ganando importancia la idea de que las máquinas eran un medio para llegar a un fin y que para que la reforma llegara a todos debía adoptarse el proceso industrial. Esta vinculación entre arquitectura y la producción industrial quedó definitivamente vinculada mediante la aparición de la Deutscher Werkbund en 1907. Era una asociación mixta de arquitectos, artistas y diseñadores industriales. Su lema era "Vom Sofakissen zum Städtebau" (Desde los cojines de los sofás a la construcción de las ciudades). Fue precursora de  movimientos como el Constructivismo ruso o De Stijl. 

Casa Schröder, de Gerrit Rietveld, 1924.

Interior de la Casa Schröder, Gerrit Rietveld. 1924.

Al mismo tiempo nacieron escuelas como la Bauhaus. Ésta fue fundada por Walter Gropius con el objetivo de producir un trabajo que unificara preocupaciones intelectuales, prácticas, comerciales y estéticas a través de la actividad artística y del aprovechamiento de nuevas tecnologías. Tuvo un impacto enorme en la evolución del Movimiento Moderno gracias a su apuesta por el funcionalismo, los métodos industriales de producción y los materiales de última innovación como el acero tubular. La visión de la obra arquitectónica como un todo, en el que se utilizaba un diálogo coherente de todas sus partes, se convirtió en sinónimo de modernidad. La gran destrucción de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo como consecuencia la necesidad de reconstruir las ciudades devastadas de forma rápida, se convirtió en la bomba expansiva de este movimiento. 

Interior del Pabellón de Alemania en Barcelona, Mies van der Rohe. 1929.

Le Corbusier jugó un papel clave en la promoción de estas ideas mediante su concepto de vivienda como "máquina de habitar", en el que entendía la vivienda como una máquina, un objeto útil fabricado mediante el ensamblaje de piezas industrializadas.  

A lo largo del siglo XX, los arquitectos han sido a la vez diseñadores industriales. Se han educado en la idea de un todo, teniendo como referencias movimientos fundados a la par por arquitectos, artistas y diseñadores. Es por esto por lo que al pensar en el mobiliario destacado del siglo XX, se nos vienen a la cabeza nombres como Mies van der Rohe, Marcel Breuer, Gerrit Rietveld, etc. 

Los arquitectos al fin y al cabo son desarrolladores de productos. Llevamos implícito un profundo conocimiento del más puro sentido del diseño. Si nos remontamos a los primeros tratados sobre arquitectura, vemos cómo Vitruvio sostiene que ésta descansa sobre tres pilares: "Venustas, Firmitas y Utilitas". Belleza, firmeza y utilidad. Al arquitecto se le ha educado para proyectar en base a la conjunción entre la forma y la función, la practicidad y la belleza. Nuestros materiales son el acero, el hormigón, la piedra, pero también la luz, el color, los vacíos y los llenos... Hemos desarrollado una gran capacidad para crear teniendo en cuenta el buen desarrollo de las soluciones técnicas sin perder de vista la habitabilidad y el confort. Al fin y al cabo creamos productos que funcionen. Los puntos del complejo funcional de Victor Papanek para el diseño industrial (la función es un equilibrio entre utilización, necesidad, telesis, asociación, estética y método) son tan aplicables a la arquitectura como los pilares de Vitruvio al diseño industrial. Al fin y al cabo es una diferencia de escalas. Por lo tanto no es de extrañar la potente presencia del profesional arquitecto dentro del mundo del diseño.

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3 comentarios:

  1. Muy interesante esto. Me ha encantado la anécdota de Gaudi- aunque en general creo que Gaudí es la representación de una anécdota con patas. Yo no sé nada de diseño y seguramente sepa lo mismo o menos de arquitectura; pero sí intento saber de sostenibilidad y eficacia. Me resultó alucinante, en pocas palabras, los sistemas de ventilación que había en la casa Batlló, debajo de las puertas. Así como la iluminación del edificio (sin mencionar lo preciosísimo que me parece ese pequeño mundo submarino de azulejos). Y más alucinante aún me pareció la casa de la pedrera en la que si bien no era tan bonita como la otra, nos contaron que estaba diseñada de manera que las paredes no tenían ningún papel funcional por lo que podías tirarla y reofrma la casa a tu guesto y cuenta porque los pilares y vigas se encontraban distribuidos en otros puntos. Maravilloso. Es lo menos que me sale decir de este ilustre personaje.

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  2. Era una persona volcada por completo a su trabajo :) Como ejemplo te voy a contar otra anécdota, aunque en este caso es un poco tétrica. Los últimos años de su vida los dedicó por completo a La Sagrada Familia. Estaba tan absorto con su obra que descuidaba su apariencia física. Un día, de camino a la obra, lo atropelló un tranvía y murió. Gaudí estaba tan dejado que no lo reconocieron y lo confundieron con un mendigo, aún siendo un personaje famoso en Barcelona.

    Me ha encantado tu frase: "pequeño mundo submarino de azulejos". No podría describir mejor la fachada de la Casa Batlló :)

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